Hola… Quiero contarte una historia que ilustre la idea del trabajo personal como un paso fundamental en tu realización como persona.

Había una vez un joven que miraba con aires de afligido, desde un puente, a unos pescadores que regresaban del río con sus cañas de pescar y sus cestas completamente llenas de peces.

“Si fueran míos sería feliz –exclamó el muchacho-, porque podría venderlos para proporcionarme comida”.

Un viejo pescador que seguía pescando en el río escuchó lo que el jovencito acababa de aclamar en voz alta. Lo llamó y le dijo: “Yo te los puedo dar, pero eso sí, te pido que me hagas un pequeño favor, por unos minutos tengo que ausentarme de este lugar; por lo tanto, lo único que tienes que hacer es sostener con tus manos la caña, no hagas nada más y yo, cuando regrese, te compensaré con muchos peces como aquellos que tú viste antes”.

El joven aceptó gustoso y se puso en el lugar donde se encontraba el anciano. Pasó un largo rato y el señor no daba señales de vida, no se aparecía por ninguna parte, el pequeño rato se estaba convirtiendo en toda una tarde. Pero… al joven parece que le comenzó a gustar aquello, ya que uno tras otro comenzaron a picar los peces y ya tenía casi el cesto lleno.

Cuando el viejo llegó donde el joven y tomó el cesto lleno de peces le dijo: Cumplo con mi promesa, yo te regalo tantos peces como viste hace un rato a mis compañeros. Pero ten en cuenta que cuando veas a otro adquirir con esfuerzo lo que tú necesitas, no malgastes tu tiempo en vanos deseos ni en inútiles lamentaciones: ¡echa el anzuelo con tus propias manos!

No es cuestión de que te guste o no la historia, más aún, no pienses en que alguna vez la pudiste escuchar, porque si así fue y no le hiciste caso, quiere decir que la vida te ha regalado en esta ocasión una nueva oportunidad para que tomes conclusiones y pongas en práctica aquello que tu vida está necesitando para poder ser una persona feliz y realizada.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

Escucha Baladas y Reflexiones con el Padre Pablo
Todos los domingos de 9 p.m. a 1 a.m.