Baladas y Reflexiones
En Navidad todos los caminos conducen a la familia
Hola… Llegó sin avisar, suele hacerlo con frecuencia; entenderás que es el dueño de esta casa, al menos así se lo he hecho saber siempre, es el “Filósofo de La Encalada”.
A modo de resumen me dijo: -En la vida es importante saber escoger nuestras amistades, no todo el mundo piensa igual, a veces confunden las opiniones y esto suele suceder porque hemos elegido a personas que no nos valoran.
Había en una ciudad un joven a quien todo le iba mal, sentía que no le daban su sitio, que se reían de él, pero, paseando, un día se topó con un monasterio donde un anciano monje rezaba en la capilla. El joven se le acercó y lo reconoció porque era un sabio muy valorado en toda la comarca. -¡Buenos días, señor sabio! -¡Buenos días, jovencito! -Por favor, ayúdeme, estoy deprimido, nadie me valora, soy el hazmerreír de toda la gente, le pido me dé un poquito de su tiempo y pueda aconsejarme. El sabio le dijo: -¡Con mucho gusto!, pero en este momento no puede ser, tengo asuntos pendientes que me esperan desde hace días; no obstante, tengo un reloj que quiero venderlo y no tengo tiempo de ir al mercado; si pudieras ayudarme, lleva el reloj y ofrécelo a varios comerciantes, solamente pregunta cuánto dan por él, tomas nota y regresas.
El joven hizo lo que el sabio le indicó; fue al mercado y preguntó a un promedio de veinte comerciantes, ubicados en diferentes puntos. El precio oscilaba entre uno a cinco monedas de oro, nadie quería dar más por el reloj. -¡Muy bien!, le dijo el sabio, ahora ve a esta dirección, te atenderá un especialista en relojes de esta marca, se lo enseñas, que te diga el precio que está dispuesto a pagarte y regresas con el reloj. El joven fue raudo y veloz, llegó al lugar que le envió el sabio e ingresó a una gran sala donde lo esperaba el relojero. El joven le dio el reloj, el señor lo observó por una hora y le dijo: -¡Tiene usted una joya única y exclusiva, por este reloj puede pedir lo que quiera y, además, es de oro! -¡Gracias, señor relojero!, respondió el joven y regresó donde el sabio. -¡No puedo creerlo!, en el mercado apenas daban dos, tres… monedas de oro; sin embargo, el relojero me dijo que esto tenía un valor incalculable. El sabio sonrió y le dijo: -¡Jovencito, así es la vida! Acérquese a personas que lo valoren, porque en el mercado de la vida le pueden dar según sus intereses, pero usted es criatura de Dios, única e irrepetible.
“En Navidad todos los caminos conducen a la familia”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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