Baladas y Reflexiones
¿Estarías dispuesto a rectificarte por un error cometido?
Hola… Es un alivio conversar sobre un tema y saber que a tu lado hay una persona que sabe más que tú, que te puede apoyar ante cualquier situación.
Lo digo porque este domingo me gustaría hablarte sobre el Evangelio de la Liturgia del cuarto domingo del tiempo de cuaresma, sabiendo que antes o después de esta conversación y aquí mismo en el periódico, encontrarás las sabias palabras del Monseñor José Luis del Palacio.
Es posible que la mayoría de nosotros las conozcamos, es un ejemplo que Jesús puso para decirnos cuán infinito es el amor de Dios y a veces cuán impertinente resulta aquella persona que creyéndose perfecta, de lo único que ha llenado su corazón es de la más nefasta soberbia que puede anidar en el ser humano. Pero hay algo que para mí siempre ha sido muy motivador y es aquello que no lo veo como una conveniencia, aunque así podría ser entendido, me refiero a la actitud del hijo menor, más allá de sus errores gravísimos yo me quedo con la valentía que tuvo al dar un paso hacia adelante en la dirección correcta, que era volver al encuentro con su padre con actitud de humildad, aún en los peores momentos, nunca perdió la confianza en el amor de su padre.
Probablemente muchos de nosotros nos hemos acercado a este texto bíblico, la Parábola del Hijo Pródigo, desde posiciones diferentes y fuera cual fuera nuestra postura ante este texto, siempre nos ha ayudado a reflexionar y a tomar la mejor decisión, reconociéndonos como pecadores, pero al mismo tiempo, reconociendo el inmenso amor de Dios.
Una de las frases más significativas para definir a Dios, es aquella que nos dice: DIOS es AMOR y nos describe el amor con dos cualidades, una es el amor como compasión y la otra, el amor como misericordia.
Es posible que el mundo actual nos presente caminos aparentemente fáciles de recorrer, pero que terminan en la soledad, en el abandono, y algunas veces en la autodestrucción. Transitarlos es fácil, pero a veces nos dejamos llevar por la mayoría que nos arrastra, sin embargo, rectificar es una tarea muy difícil a la que muchos no llegan pero que, si logramos hacerlo, la figura del hijo menor no nos resultaría extraña.
“Cuaresma: cuarenta días para crecer en el amor de Dios y del prójimo”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
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