Hola… Me lo contaron yendo de viaje hacia la ciudad de Chiclayo. Al lado de mi asiento se encontraba una persona de avanzada edad, quien se quedó dormida. A las tres horas de camino un poquito más allá de Pativilca nos sirvieron una cena y mi compañero de viaje despertó y me pregunto ¿dónde va usted y que va hacer? Le comente que como agustino que era quería visitar el bello Colegio de San Agustín de Chiclayo. 

Mientras cenábamos y conversábamos posiblemente le conté alguna anécdota por lo cual él se animó a contarme ésta que transcribo a continuación: Mire me dijo, si usted pone un buitre en una jaula que mida dos por dos metros y que esté completamente abierto en la parte superior, a pesar de su habilidad para volar será un prisionero absoluto. 

Como yo no le contestaba y viendo mi cara de admiración me dijo: mire usted, la razón es que el buitre para alzar vuelo desde el suelo necesita no menos de cuatro metros. Sin espacio para correr ni siquiera intentará volar quedándose toda una vida prisionero en una jaula de dos por dos metros y eso que la jaula no tiene techo.

Otro animal el murciélago que vuela por todos los lados por la noche, es una criatura habilísima en el aire, pero para ella es imposible tomar vuelo a nivel del suelo. Mire usted, si coloca un murciélago en el suelo en un lugar plano, todo lo que pueda hacer es arrastrarse indefenso y dolorosamente hasta alcanzar algún sitio ligeramente elevado, desde el cual pueda lanzarse al aire y ahí despegar para volar. Pero aún queda otro animal me dijo, la abeja… 

Sí usted la coloca en un recipiente abierto, permanecerá ahí hasta que se muera si antes no la hemos sacado de ese lugar. Jamás va a ver la posibilidad de escapar por la inmensa abertura que tiene arriba, siempre buscará los laterales o ir hacia el fondo. Eso sí, lo buscará incansablemente hasta destruirse.
Usted y yo me dijo, podemos parecernos al buitre, al murciélago y a la abeja: la tristeza mira hacia atrás… la preocupación mira alrededor…y la depresión mira hacia abajo… pero la Fe siempre mira hacia Dios.

“Los jóvenes caminan rápido pero son los ancianos los que conocen el camino”
Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!

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