Hola… Hace 27 años en los primeros días del mes de enero, al inicio de la década de los 90, por destino del Señor comencé a compartir cada domingo con ustedes historias y experiencias que la vida me dictaba y que a su vez yo les transmitía, que espero seguir haciéndolo muchísimos años más.

En este momento también se me viene a la mente una breve pero significativa historia, que sucedió en una aldea perdida en las montañas. Allí vivía un anciano ciego, quien en su juventud sufrió un accidente y al no contar con los medios económicos necesarios para curarse, la ceguera avanzó de tal manera que apenas vislumbraba sombras. Este anciano poseía una característica peculiar que extrañaba a la gente que le conocía, pues cada noche salía a la calle llevando consigo una lámpara encendida. Una noche cuando regresaba a su casa, se encontró a un grupo de jóvenes turistas que llegaban por primera vez a este pueblito de la serranía. Al ver al anciano ciego portando una lámpara encendida, la chacota y la broma no se hicieron esperar y en tono burlón le dijeron: Oye viejo, ¿para qué llevas una lámpara encendida si no puedes ver nada? El ciego, sin perder la calma les respondió: Es verdad, en mi juventud tuve un accidente y perdí la vista. Pero llevo una lámpara encendida para que gente como ustedes puedan ver. Cuando ustedes llegaron a este pueblo en la oscuridad, gracias a esta lámpara pudieron ver por dónde caminar sin correr peligro. El grupo de turistas se sintió avergonzado y le pidieron disculpas por su mal comportamiento.

Antes de juzgar a los demás, debemos ser más cautos y prudentes, y darnos cuenta de que las razones de otros no son para enfrentarnos a ellos, sino para enriquecernos con puntos de vista diferentes.
Iniciamos un nuevo año y con ello no podemos pensar que todos debemos tener el mismo criterio ante la vida. Lo que no entiendo del otro, no es para separarme de él y abrir una brecha en  nuestra relación.

Siempre que conozcamos la verdad del otro,  para nosotros será muy enriquecedor. Podremos ser pecadores, pero que ello no nos impida ser solidarios.

¡FELIZ AÑO 2018!
Gracias por llegar hasta aquí.  Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
 

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