Baladas y Reflexiones
Puedo y no puedo
Hola… En esta semana, uno de los días amaneció lluvioso y retrasé un poco la salida al parque cercano a mi casa. Me extrañó verle sentado en una de las bancas. Estaba muy abrigado, pero el intenso frío y la llovizna a su avanzada edad podían afectarle. Me acerqué y le recriminé que un hombre tan sabio, no se diera cuenta del peligro que corría al estar sentado a la intemperie un lluvioso día del mes de junio.
Pablo, eso no importa -me dijo. Lo verdaderamente importante es que tus lectores, este domingo tengan en cuenta lo que un viejo filósofo pueda transmitirles: “Te di la vida, pero no puedo vivirla por ti. Puedo enseñarte muchas cosas, pero no puedo obligarte a aprender. Puedo dirigirte, pero no puedo responsabilizarme por lo que haces. Puedo llevarte a la Iglesia, pero no puedo obligarte a creer. Puedo instruirte en lo malo y en lo bueno, pero no puedo decidir por ti. Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a aceptarlo. Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo forzarte a hacerlo. Puedo hablarte del respeto, pero no puedo evitar que seas irrespetuoso. Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades, pero no puedo escogértelas. Puedo decirte que el licor es peligroso, pero no puedo decir “no” por ti. Puedo advertirte acerca de las drogas, pero no puedo evitar que las uses. Puedo exhortarte a la necesidad de tener metas altas, pero no puedo alcanzarlas por ti. Puedo enseñarte acerca de la bondad, pero no puedo obligarte a ser bondadoso. Puedo explicarte cómo vivir, pero no puedo vivir por ti”.
Hay un periodo en el que los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos, porque los hijos crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. Crecen sin pedir permiso a la vida. Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días, crecen de repente. Un día se sientan cerca de ti y con una naturalidad increíble, te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura de pañales ya creció.
Cuándo creció que no lo percibiste, dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena, los cumpleaños con payasos…
Ahora estás ahí, en la puerta de la discoteca, esperando no solo que no crezcan, sino que aparezcan…Allí están muchos padres al volante, esperando que salgan corriendo con sus cabellos largos y sueltos. Vestidos con el uniforme de su generación, cargando sus incómodas y pesadas mochilas en los hombros Aquí estamos nosotros, con los cabellos canosos.
Espero poder seguir contándote la próxima semana. Mientras tanto, le invito un café al “Filósofo de la Encalada”.
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
Escucha Baladas y Reflexiones con el Padre Pablo
Todos los domingos de 9 p.m. a 1 a.m.