¡Hola!… Probablemente en este momento más de una persona que tenga este artículo ante sus ojos y que esté leyendo esta columna, tenga un niño de tres años y pueda estar pensando, a nivel familiar, con qué proyecto educativo podría lograr que su hijo alcance las metas que dentro de veinte años le sirvan para responder a los cuestionamientos de la vida.

En el mes de agosto, generalmente, se hacen las inscripciones, por ello con mi experiencia cercana a los cuarenta años en el tema educativo, me atrevo a proponerte que leas esta historia: Yéndonos a la Edad Media, en un pequeño pueblo del Reino de Aragón vivía un hombre humilde y virtuoso. Un día este buen hombre, siendo inocente fue acusado de haber asesinado a su mujer. El verdadero culpable era un hombre influyente, quien haciendo uso de su poder logró sentenciarlo por este delito, cuya condena era la horca. El juez que había dictado la sentencia, en complot con el hombre influyente, antes de proceder a cumplir el terrible veredicto le dijo al acusado: Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar tu destino en sus manos. Vamos a escribir en dos papeles las palabras ‘culpable’ e ‘inocente’. Tú escogerás uno de los dos guiado por la mano de Dios, quien decidirá tu destino. Demás está decir que el juez había escrito en ambos papeles la palabra ‘culpable’. Le pidió que tomara uno de los papeles y lo que dijese sería el veredicto final. El hombre respiró profundamente, se encomendó al Señor, tomó uno de los papeles, lo puso en su boca y se lo tragó inmediatamente. Todos empezaron a protestar, pensando en que no habría forma de saber lo que decía el papel. Sin embargo, el hombre respondió: Es muy fácil, basta con leer lo que dice el papel que queda y sabremos lo que decía el que escogí.

Hoy y siempre necesitamos descubrir cómo hizo este hombre: primero la fe en Dios y después la capacidad creativa de la que somos capaces, sobre todo en los momentos más complicados de nuestra vida.

Al inicio de esta conversación hacía referencia a aquellos padres que buscan lo mejor para sus hijos, y si mis palabras sirven para la reflexión serían dos los conceptos básicos que, al ser eternos, si lo sabemos escoger nunca nos fallarán: LA FE EN DIOS Y LA CAPACIDAD CREATIVA QUE DIOS HA PUESTO EN CADA UNO DE NOSOTROS.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!