Hola… Esta historia sucedió en la ciudad de Chicago, Estados Unidos. Hubieron años muy duros en los que la ciudad era dominada por un hombre llamado Al Capone.

El terror, la muerte y la inseguridad eran 'el pan nuestro de cada día'. Pero no solo existía la banda de Al Capone, sino que habían varias bandas que se habían dividido la ciudad para controlar lo ilícito de aquella comunidad. Como es lógico, los ciudadanos vivían aterrados. La justicia poco podía hacer porque este grupo de mafiosos controlaba todo y con la ingente cantidad de dinero que obtenían, pagaban a los mejores abogados para que les defendiesen en los múltiples juicios que les entablaban.

En este contexto de dolor y muerte, de sangre y desazón, hay una historia que sobresale porque cambió radicalmente la vida de dos ciudadanos.

Vamos a ponerles nombre, no necesariamente los verdaderos, para poder conducir la historia que te voy a contar. Antonio era un abogado muy famoso que estaba encargado de defender a Al Capone. Su labor era muy bien retribuida con una inmensa casa en la mejor zona de la ciudad, con los carros más modernos y potentes de la época, y con todo lo necesario para mantener una placentera vida. Todo ello gracias a que el capo de la mafia podía pagarle lo que él pidiese y Antonio no se quedaba corto en sus honorarios.

Transcurrieron varios años y Antonio conoció a una persona con la que entabló una relación y con quien tuvo un hijo que resultó siendo su “talón de Aquiles”

En la vida del abogado se daban dos mundos completamente opuestos. Por un lado, defender con triquiñuelas al mafioso más grande de la ciudad y por otro lado, el amor y la ternura hacia su hijo, a quien él consideraba lo mejor que le había pasado en su vida. Y bajo este criterio, conforme iba creciendo, él consideraba que no le podía faltar nada. Tenía una legión de empleados a su servicio, le concedía todos sus caprichos e iba a la escuela más prestigiosa de Chicago.

Un día sucedió algo trascendente en la vida de Antonio que cambió radicalmente su actitud, ante el reto de su hijo, quien era lo más querido para él y en un ambiente de hostilidad, nació una bella flor que con tu permiso, la cortaremos el próximo domingo.

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!