Baladas y Reflexiones
¡Traza tu propio camino!

Hola… Recuerdo habértela contado en otra ocasión, pero sea la primera vez o sea repetida lo importante es la lección que podamos sacar de esta historia.
En un monasterio vivía un maestro con sus discípulos. Uno de ellos era un poquito “duro de mollera” para lo teórico, por lo que el maestro más allá de instruirlo en conceptos solía llevarlo al campo para enseñarle los secretos de la vida. Un día, saliendo del monasterio cruzaron el pueblo y se dirigieron a un lugar en las afueras. Allí había un campo verde, cubierto de una exuberante vegetación y en medio de este paradisíaco lugar una cabaña, que era la casa de una familia muy pobre compuesta por los papás y cinco hijos. No sé cómo hacían, pero todo lo que comían prácticamente lo sacaban del campo. Solo tenían una vaquita que les proporcionaba leche y una vez al año un ternerito, que lo vendían en el mercado para poder comprar otras cosas.
Durante muchos años vivieron así y el monje que los conocía, fue un día con su discípulo a visitarlos y pasaron un momento muy agradable.
En el camino de regreso, el maestro le dijo a su discípulo: Me da pena porque viven en pobreza, pero no tienen aspiraciones para superarse y siguen igual año tras año.
Ya estaba atardeciendo y cuando llegaron al campo, el maestro cortó una rama del árbol y se la dio al discípulo: Ayúdame a encaminar la vaca hacia el fondo –le dijo. Arrearon la vaca hasta allí, en donde había un terraplén bastante profundo. Entre los dos, lograron que la vaquita cayese allí. Luego durante todo el camino hasta el monasterio no hablaron ni una sola palabra.
Pasaron cinco años y el discípulo seguía con la culpa por lo que habían hecho. Por eso decidió regresar al lugar y confesarle su maldad a la pobre familia. El camino hasta el pueblo era el mismo, pero al terminar el pueblo el discípulo se sorprendió ya que el camino hacia la cabaña era completamente diferente, con modernas edificaciones preparadas para la ganadería. Al llegar a donde estaba la cabaña, se encontró con una inmensa mansión y quienes vivían allí disfrutaban de su riqueza. Al preguntar por los dueños, resultó que se trataba de aquella familia pobre que conoció hacía cinco años.
Al preguntarles qué pasó, le dijeron que tenían una vaquita de la que vivían. Sin embargo, una tarde apareció muerta y tuvieron que replantearse la vida, logrando todo lo que tenían.
“Los jóvenes caminan rápido pero son los ancianos los que conocen el camino”
Gracias por llegar hasta aquí. Hasta la próxima semana. ¡Que Dios nos bendiga!
Escúchalo todos los domingos a las 8 de la noche en 'Baladas y Reflexiones'